Sobradamente conocido en el ámbito de la plástica moderna grancanaria sus muestras tienen un perfil especial. Son exhibiciones cargadas de rústicas sorpresas. Mensajes insólitos, pues sus pintaras poseen, ante todo, una rara y voluminosa definición diferencial dictada por la fuerza de su temperamento, siempre guiado por la reflexión frente al tema. Así nacen extrañas verslones de cumbres, cielos y tierras torturadas por un disciplinante deseo de síntesis y pureza emocional.
Pintor de lenguaje crudo, violento, sus lienzos son como sonoras clarinadas definidoras de un drama contenido. Aquel drama que frente a nuestro paisaje cumbrero definía Unamuno como "tempestad petrificada". El mismo que surge cuando consideramos el concepto de canariedad, que es en resumen, como si nos enfrentáramos con las raices de un plasticidad interna donde el color es sensación inquietante y la forma física un resumen hiriente de nuestra geometría insular cargada de sol, aislamiento y fuego geológico.
Pero la característica primordial de la pintura de Juan Betancor es su sentido de libertad. Sabia libertad al servicio de una personal interpretacion de nuestro paisaje. Formado en el seno de la Escuela Lujan Pérez -a la cual pertenece como valor de primer orden- sus cuadros responden a la bondad de un sisstema pedagógico ya tradicional en este centro artístico.
Betancor pinta y analiza. Se conduce por impulsos fuertemente controlados. Prueba elocuente, una vez más de que el quehacer plástico requiere que las virtudes del temperamento sean quiadas por un raciocinio donde la síntesis es lo fundamental.
FELO MONZÓN
Texto y fotos extraidas del catálogo de la exposición en el Círculo de Bellas Artes de Sta. Cruz de Tenerife entre los días 8 y 18 de enero de 1969
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