martes, octubre 25, 2005

AH, PERO... ¿TENÍAN LAS MENINAS INTENCIÓN DE OCULTAR ALGO?

Que el cuadro 'Las Meninas', obra del pintor barroco español Diego de Silva y Velázquez, es una de las piezas más emblemáticas de la Historia Universal del Arte y, sobre todo, de la Historia General de la Pintura española nadie, a día de hoy, 10 pone en duda. Que, asimismo, supone un hito dentro de los procesos de evolución de la plástica, desde que fuera pintado, tampoco; con, además, 'su puntito' de misterio, durante los últimos siglos, y la adjudicación, parece que definitiva, al propio Velázquez, de una segunda copia depositada en el Museo de Kingston House (Condado de Dorset, Inglaterra), copia que, durante mucho tiempo, se le adjudicó a su yerno, el también pintor Martínez de Mazo parece, definitivamente, resuelto.

Que es, además, una de las piezas más visitadas por el arte, en general, y los artistas, en particular, del arte contemporáneo y actual es, idénticamente, cierto. Que, asimismo, tantas veces como se ha revisitado se han le hallado nuevas valoraciones, directrices diferenciadas, es indudable. Así, por ejemplo, en el s. XIX, fue Francisco de Goya el primero en acercarse a la obra y establecer sobre ella una valoración distinta, la que esta alcanzaba a través del grabado y el aguafuerte. Y a 10 largo del s. XX, desde que Pablo Picasso, allá por los años 1957-58, tuvo el 'capricho' de entretenerse con ellas y re interpretar una nueva valoración, ha sido causa de numerosas y distintas visitas, tanto individuales como colectivas llegando, incluso, a interpretarse motivo magnificado de una magna colectiva -bajo epígrafe de 'Otras Meninas' - en la que participaron numerosos artistas españoles actuales. Cabe, por ejemplo, recordar que estuvieron presentes en ella artistas de la talla de Eduardo Arroyo, Rafols Casamada, Josep' Guinovart, Robert Llinós, Josep Ma Subirats, Alberto Shommer y otros tantos más, hasta acabar con Manolo Valdés.

Así es, hasta Valdés quien, parece, ha trabado una fijación personal y una relación cerrada con el tema, la estructura y la espacialidad de esta pieza. Ha sido, indudablemente, este artista, escultor en su caso, un de los que más ha insistido en el tema en los últimos años. Recordar también, aún muy fugazmente, que a algunos artistas sudamericanos les ha podido asimismo la atrayente fuerza de esta pieza; traigo a colación los casos concretos de Ángel Muriel, artista argentino actual, que en 2003 confeccionó un gran retablo basando su temática en la pieza histórica; o el caso de Roser Bru, artista chilena de ascendencia catalana que, también en 2003, elaboró un proceso continuado -'Variaciones' tituló al conjunto- sobre dicha misma pieza. Y, cómo no, también ha habido algún artista canario al que le ha podido la grandeza de la pieza y se ha imbuido de su magnetismo, recuerdo ahora el caso, a vuela pluma, del pintor Juan Hemández que, asimismo, sometió el tema a larga meditación y reestructura de valoración.

Por tanto, y ante tanta abundancia recurrente, cada vez más continuada, acaba uno demandándose: ¿qué más resta por hacer, valorar, por desenmascarar, desvelar tal vez, en una obra como 'Las Meninas' ya, tantas veces visada y visitada, revisada y revisitada? Y en esto llegó Máximo Ríol y dejó soltar socarrón... '¡Ah, pero a esas tías nadie les ha levantado aún los faldones!'. Efectivamente, quién iba a osar desvergüenza tan desmedida, descalabro tal; sólo a un irreverente o a un ignorante, que de todo hay, se le ocurre tal zafiedad. 'Bueno, bajemos el tono, y dejémoslo sólo en mero divertimento', replicó el escultor, que no vino a ser otro que el propio Ríol. Pues bien, transcurrido el tiempo prudencial, sin dejar de cejar en su empeño, es con esta conclusión con la que ahora Máximo Riol nos brinda el resultado de su, meritoria y más, 'investigación'. El resultado, la muestra ¿Qué ocultaban las Meninas? y el espacio donde se halla expuesta, la Galería Luroa (LPGC).

Esta vez, definitivamente, Riol se ha pasado. Qué tanto, de memoria y tiempo, estuvo atormentando esta pieza al artista; qué tanto, de intelecto y manufactura, desvalijó en el intento el escultor, para acercarse hasta nosotros con esta cuestión final, soterrada, de ¿qué ocultaban 'las meninas'? y quedarse tan ancho. Es indudable que este propósito encierra algún estado comatoso, de artista desajustado o demencial, que no ha digerido del todo eso que los postmodernos han terminado en llamar 'revisitar la historia del arte para hacer de ella un lugar común'. Sí, común sí, pero de ahí a llegar al lupanar debe de ir algún trecho al menos y no así, tragártelo de sopetón, digo yo. Igual va a resultar que la antigualla aquí es el crítico, que nunca acaba por atisbar que el artista es lo suficientemente libre y hacedor de su propio albedrío como para ir unos cuantos 'quarks' por delante. Ah, ya ven, igual era eso!.

Pues sí, y esta vez más que nunca, visto el resultado y lo 'resultón' de resultado, Máximo Riol ha desbarrado por el divertimento; aquel que provoca que partiendo, como disculpa o premisa, de una de las piezas más exuberantes de la Historia del Arte de todos los tiempos, haya ido a dar con un giro nuevo, una nueva vuelta de tuerca 'aviesa' que acaba hallando, hollando para el caso, sólo aquel que traspasa el santuario de la cosa del arte imbuido del 'hip-hop' del diseño, design para el caso, más feroz y contemporáneo. En efecto, cabe aquí ahora plantearse una seria demanda, y no es coña, eh!, que todo el arte último ha estado por hacerse desde que descubrieron, algunos cuantos, que para hacer eso llamado ARTE, en mayúsculas, ya no se hace necesario, no sólo no saber pintar, esculpir para el caso, no, ya no hace falta ni siquiera conocer cuál ha sido la historia del arte que nos precede y de la que somos descendientes: deudores y/o herederos.

Por eso acierto a ver, ya es mucho, que con esta propuesta, como otros anteriormente, cómo no, el escultor ha abierto, al tiempo, dos vertientes: una, la del necesario conocimiento de nuestra procedencia artística porque sólo así, y a través de ella, se nos permitirá seguir avanzando y, la segunda, y no menos importante, aún por novedosa, que será siempre, y gracias a ese conocimiento de la historia, 10 que nos permitirá, incluso, acercamos y vemos reflejado en ella desde, y sobre todo, el divertimento. O sea, qué divertido es conocer de dónde hemos llegado porque gracias a ello aun nos podremos divertir más: ¿qué sería de nosotros, de nuestro arte, si no se nos permitiera un derrotero como ese? Probablemente, nada: ni arte, ni historia, pero, y 10 que es peor aún, ni el más mínimo asomo de diversión.

Entonces, y entro de lleno en la cuestión para la que he sido requerido y en la que parece me demoro en manera desmedida, 10 que de nuevo y diferencial, a la par que irrespetuoso, nos muestra el escultor Riol radica en ver en una obra de arte como ésta, para la eternidad, rasgos más allá de los valores intrínsecos que la Academia puede constatar. ¿Qué ha hecho, en definitiva, el escultor, que se aparte de la lógica hasta ahora trazada? Pues eso, así de sencillo, tomarse la libertad de "levantarle los faldones a 'las meninas'" y descubrir¬ ah!, descalabro-, que tampoco eran tan 'meninas'. Pero, esa simpleza puede quedarse en sólo un gesto 'gracioso' si no hay algo que nos transporte más allá. Ahí radica la 'gracia' con la que el artista ha sido tocado para hacérnoslo ver.

Esta vez, el escultor, ha hecho el recorrido a la inversa, partiendo desde su tiempo, su época real, se ha asomado a esa ventana de la historia que es 'Las Meninas' para trastocar todo posibilidad de lógica. Porque esa visión es, antes que nada hay que aclarado, sesgada. ¿Interesa al artista la obra en toda su extensión? No, ha contemplado de ella aquel detalle por el que hoyes reconocible. ¿Es su análisis total o igual de generoso para con todo el conjunto?. No, ha entresacado de ella lo que, en apariencia, más sobresale por su evidente distorsión. Ahí, en lo diferencial, sin necesidad de ser escabroso, pero sí contemplado desde la época desde la que el escultor observa, ha fundamentado su discurso. Y lo que es más, armado de las herramientas, fisicas y de pensamiento, de las que le permite disponer su tiempo, entra a saco en 10 que la pieza representa y vuelca la sustancia por la que se obra el giro.

¿De qué disponemos finalmente? ¿Cuál es aquí la nueva oferta? A la vista salta: lo que en la pieza clásica era muestra aparente de relleno, distracción lúdica, si se quiere, del tema dado por central; esta vez ha sido transformado en motivo principal, único, aislado incluso del resto del contexto de la obra, y de su memoria, hasta abocarse no en distracción sino en divertimento focal, por tanto, doblemente lúdico. Qué se visita, qué se re interpreta: ¿la obra? ¿la época? ¿la pintura? ¿al pintor? Todo y nada al tiempo, porque en ello subyace, sin notarse, la condición lúcida: demos historia nueva a la vieja historia sabida ya, contada de las mil maneras por todos, pero nueva en esta manera de oída no de decida: que para el caso presente es, de espaciada no de conteneda.

Y lo que se nos revela, originariamente, como obra nos conduce a la relectura; pero, lo que nos queda, finalmente, como escultura nos aboca a una nueva proposición. Aquí el escultor, para escudriñar en su herencia de la historia, no tiene necesidad de apartarse de su comportamiento y el trazado de su derrotero, bien al contrario, entra en este nuevo proceso cargado, precisamente, de lo que su experiencia como artista le guía y conversa, dialoga, se divierte incluso, dentro de la obra del 'otro' pero sin perder jamás su perspectiva. Así, cuando retorna de ese viaje particular suyo por ese tiempo del arte, 10 que vuelca en la realidad a la que pertenece no es un remedo o una visión diferencial de la obra visitada, no. Nunca. Aportará a la obra releída el trabajo con el que ya partía como precepto.

Pero el artista escudriña, al tiempo que relee, en sí mismo y sabe, desde el umbral, que esa contemplación hacia atrás le va a exigir, asimismo, un giro en su manera de entenderse reflejado en su obra nueva. Y así obtenemos, ¿qué?, 'Meninas' de nuestro tiempo: objeto preceptible de seriación y dimensionados, de decantación a través de la aplicación del color, de teatralización espacial en su nueva condición y, sobre todo, de nuevos recursos estilísticos que ya eran patente en su obra. A ello se habrá de añadir la aportación de materiales nuevos también en la conducta del escultor, y la sorpresa visual y táctil, de formato, que éstos aportarán. Así, esta pareja de 'Meninas' es, más que nunca, una pareja de hecho: la una, femenina por su condición, la otra, bueno la otra, otra cosa, también por su condición, transcolocada; por ser hija de su tiempo, transgenerada y, finalmente, transparentada a través de la mirada 'festiva' del escultor.

Que hayan atravesado juntas la ventana del tiempo no obedece a razón mayor que la pureza de acción del escultor ajustándose, a su vez, al guión trazado por 'la historia del arte'. Pareja ésta, unida por la pintura, la historia, la memoria pero también, y al tiempo, por el 'desmelenamiento', es decir, aquella pulsión sutil que de su obra ya trazada el escultor la dota. ¿Qué pensaban?, ¿barruntaban otra cosa?, vaya, que sí: definitivamente, a una señora, aún 'menina', se la reconocerá, siempre, por el estilo y la gracia en su magnífico 'peinado'. De lo otro, allá cada cual con su 'color', con su 'olor', con su 'loor', que para eso son éstos nuevos y deseemos que mejorados tiempos. Así lo espero.

octubre,2005

* Javier Cabrera (LPGC, 1953). Crítico de arte y curador de exposiciones independiente. Las últimas exposiciones que ha curado han sido: Antonio Padrón: el pintor dentro de su imagen, Monográfica. Casa-Museo Antonio Padrón, Gáldar, Gran Canaria, 2004/05 y Otra vuelta por los Trópicos, Colectiva de artistas y escritores. Espacio Ámbito Cultural, LPGC, 2005. Sus últimas colaboraciones con artistas plásticos han sido: ...es el último en irse, María Castro. CIC el Almacén, Arrecife, Cabildo de Lanzarote, 2004 y Vega, Retrospectiva, 1965-2005. CICCA, LPGC, 2005. Asimismo, ha participado en últimos proyectos expositivos producidos en Canarias: Espejos del poema. Arte y Poesía. Ateneo de La Laguna, Tenerife, 2004 y Meridiart 2005. Colectiva de Arte y Literatura. Cabildo del Hierro/ Editorial Puentepalo, LPGC. Isla del Hierro, 2005.

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