martes, diciembre 26, 2006

Supermercado del Arte 2006 /2007 en Luroa

Estas navidades se puede disfrutar nuevamente del Supermercado del Arte en la Galería Luroa.

Supermercadoarte_publicidad

La selección de más de treinta artistas, vuelve a contar con obras originales de entre 30 y 120 euros, además de obras en gran formato con precios de oportunidad.
La selección de artistas que participan este año es la siguiente:
  • Augusto Vives
  • Conchy Rivero Rivero
  • Criatian Lapusán
  • Elisa Pape
  • Enrique Portero
  • Francisco Javier Lopez Pereira (Fisco)
  • Gabriel Ortuño
  • Gema María Sánchez Yánez
  • Germán Páez
  • Enrique Portero
  • Esther Valladares
  • Javier Redondo
  • Jero Maldonado
  • Jorge Ortega
  • José Luzardo
  • Jose Riquelme
  • Jose Rosales
  • Juan Baéz Melián
  • Juan Betancort
  • Juan Guerra
  • Juanfra Ojeda
  • Juan Marques
  • Magin Pérez Ortiz
  • Mariam Moratinos
  • Marta Mariño
  • Marta Vega
  • Martino
  • Mateo Alemán
  • Máximo Riol
  • Ming
  • Paqui Martín
  • Pilar Rodiles
  • Sira Ascanio
  • Vicente Bruñó
  • Víctor Sicilia

JUAN BETANCOR Y EL TERRITORIO ECUMÉNICO

Como otros alumnos de la histórica Escuela Lujan Pérez, Juan Betancor inició su relación estética con la realidad cercando objetosen bodegones posimpresionistas/ añadiendo al reducido bosque insular un vigor fauvista y realizando oblicuas representacionesde desnudos femeninos, tal como se observa en la fotografía de su exposición en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz deTenerife (1969). Después, antes de iniciar la deconstrucción abstracta de su orientación artística, Betancor dirigió la atención haciael paisaje, creando en aquel mismo año una visión superficialmente tradicional, que no obstante analizada nos revela el vacíoespacial del agro canario. El artista rechaza, como dice Juan Ismael en su breve aunque incisivo texto para el catálogo de la GaleríaWiot, el "apego al detalle", da una "visión genuina" de la tierra rural y mediante el color crea una "sorda luminisodad" que, enla sabia interpretación del surrealista, se opone a la fácil y tópica luminosidad de la pintura canaria idealista.

No está de más sugerir que Betencor, al igual que hicieron Pisarro y Sisley, estructura la visión de la realidad exterior, sus paisajes,en función de las vías o caminos deshabitados que la transitan, algo que ellos habían heredado a su vez del maestro Corot, y dela tradición analítica, inteligente del paisajismo menor del dieciocho.

Los serenos campos que representa se convierten en el territorio de un juego abstracto, donde más que casas, tapias y cobertizos,elementos propios del minifundismo insular, surgen bloques semi-abstractos de composición.

En los próximos años Betancor se adentra en una meditación abstracta, y explora con las herramientas del clima informalista quese prolongaba entonces en España, la textura y la línea, el corte en el empaste y las zonas puras del vacío, aunque su abstracciónpictórica arrastra la presencia de la figura. Así utiliza el collage en la obra de la Galería Yles donde expone en 1975, y la impresiónde formas para prefigurar las fachadas dinaminzadas de sus riscos en los 80 y los 90. La huellas que él crea actúan visualmentecomo claves topográficas, rutas y caminos que atraviesan territorios y colonizan el espacio abstracto que el pintor llega a teorizaren 1979.

Betancor nos muestra directamente el proceso de su transformación al describir como él busca "reavalorizar los coespacios" entreobjetos, y que tal estrategia descansa sobre el color y no en la geometrización y la impersonalidad del constructivismo. A sumanera, es cubizante y penetra en la composición-construcción. Nos advierte, asimismo, de algo fundamental en su composición,una anotación que habla de un humanismo, de un contrato social que es central a toda su concepción ética del arte: "la obre ofreceun centro hacia el cual se congrega su arquitectura y del que irradia".

Los "lazos rotos" con la realidad exterior que ha logrado el pintor le permitirá la definición autónoma del espacio que es la quetransmite actualmente su pintura. El color es a la vez dominante, funcionando semánticamente, y anecdótico, como es lapreferencia de cada cual por pintar su casa... Dos son los tonos que establecen al subordinación, el blanco y el ocre, la tonalidadde la geografía, que define la vegetación y delimita la conducta. La geometría no es la precisa traducción del volumen, sino unaespecie de vago patrón que sirve para determinar un alfabeto. El espacio, es el perímetro estático de un mapa urbano y un flujocircular que se manifiesta como percepción primitivista del cosmo. Todas estas ideas que describo son las orientaciones genéricasque ha conquistado Juan Betancor tras veinticinco años de exploración formal y esfuerzo intelectual.

La siversidad de su obra le conduce también a ejercer la sátira social, cuando pinta, a lo Daumier, a unas viudas chojuanescasapretujadas en un banco que observan de reojo sus posaderas desnudas, y enuncian el título del cuadro, ¿Qué miran?Sorprendentes son también sus bodegones semi-figurativos, lejos ya de los tonos sobrios que inicialmente caracterizaron su palé,fieles a la juxtaposición de planos espaciales, dotados de colores primarios, pigmentos azul cobalto y elementos de collagesuperpuestos. Bodegones que celebran el interior doméstico, que descongelan la frialdad metafísica de Morandi.

En esta, su más reciente exposición en el Club de Prensa Canario, podemos penetrar en las vistas aéreas que Betancor nos ofrece,visiones desde una gran altura que plasman un sentido íntimo del espacio social del hombre, ya que la distancia de la mirada noha excluido la percepción íntima de lo que define el barrio. Las casas signo del pintor proceden en un enjambre de jeroglíficos,organizadas como un calendario ancestral que retiene el calor del lugar habitado. Esta es una ordenación singular del territorio,reveladora de un caos que agrupa caprichosamente o disemina al azar. Núcleos urbanos o pueblos donde la naturaleza apareceen franjas o hileras, palmeras y campos sembrados, árboles secos, en precario equilibrio con una tierra básicamente árida. El colorexpresa la alegría y la humildad, y es abstracto como los árboles azules o los pinos rojos. Una dinámica de interrelación einterpretación personaliza la distancia de los mapas de Betancor, que se elevan frontales como un mural de la realidad exteriorencapsulada en la simbología de los contenidos.

Pinturas (1994-1996)
JONATHAN ALLEN, Club Prensa Canaria, Del 11 al 21 de Noviembre de 1996

La realidad transformada

Hace ya unos años, en octubre de 1969, Juan Ismael escribió un texto. Escrito sobre papel pautado a mano, arrancado de un cuaderno de ejercicios musicales, era para la exposición de su amigo Juan Betancor en la galería Wiot. En él definía las líneas diferenciales de su obra:
"Una claridad, una franqueza en la manera de su gruesa textura hace más ostensible la limpia administración de sus posibilidades"'.
Desde entonces en su pintura adscrita en principio al expresionismo hasta su obra más reciente, su trabajo constante ha ido evolucionando. Alumno de la Escuela Lujan Pérez en la década de los sesenta, cercano a Felo Monzón, la experimentación y el estudio lo han llevado a transformar sus pinturas iniciales en una obra donde el mundo onírico se da la mano con la escala Fibonacci. En su trayectoria de indagador constante, se desligó de la figuración durante un período relativamente corto para después reencontrar el paisaje, su peculiar paisaje, en una nueva revisión de la pintura. Atraído también en los años ochenta por la nueva figuración, la deriva hacia una pintura matérica con elementos añadidos como el aluminio fue sin duda el tránsito necesario hasta sus "paisajes verticales".
Esta etapa anterior, que Juan Betancor asevera relacionada con el constructivismo - no en vano el "Universalismo constructivo" de Torres García fue esencial en la EscuelaLujan Pérez-, creada hacia la mitad de los noventa, reflejada en el mural de Gando, sufre un proceso interno de transición hacia esta nueva pintura. De estos cuadros realizados en los noventa escribió Jonathan Alien:
"Los serenos campos que representa se convierten en el territorio de un juego abstracto,donde más que casas, tapias y cobertizos, elementos propios del minifundismo insular,surgen bloques semi-abstractos de composición "

Aquellas azoteas que vistas desde el cielo aparecen como signos de una caligrafía imaginaria ganan en color y ahora se convierten en pasajes transitados desde la realidad al sueño. Los colores, escogidos con deleite, se enriquecen mutuamente en contrastes y armonías que apenas rememoran la realidad.
Durante estos años, Juan Betancor ha permanecido en un silencio productivo; la
deconstrucción de los planos y la terminación precisa de sus líneas se alian con salidas al
campo, como las que realizaba hace años con Miró Mainou y un grupo de artistas de la Escuela Lujan Pérez. Estas salidas en verano, que mantiene constantes, son en las que se empapa de pueblos, de luz, de una atmósfera que diferencia cada uno de sus cuadros. De ellas -de estos paseos a plein air- surgen apuntes de rincones, casas colgadas de las laderas, muros que se abren. Esta realidad, que posee su propia belleza, se ve transformada y a veces redimida por la mano del artista. De entre un grupo de casas, en los que las grandes manchas de color marcan la pauta, surgen árboles, hojas secas, o racimos de fruta de una espectacular belleza. Entre las grietas de un muro, la rama vegetal recuerda que en cualquier lugar hay un misterio o la vida; en los árboles apenas insinuados, un grupo de naranjas nos acercan a la realidad. En muros de jardines abandonados donde de pronto crece la hierba, él imagina y reinventa desde que en su procedimiento acaba el boceto y se entrega al lienzo donde sitúa el cuadro definitivo.Mientras, el tiempo detenido en un reloj, oculto entre los árboles, sugiere el lado mágico de las cosas.
En sus cuadros, en la mayoría de los que presenta en esta exposición, la fantasía ha ido trasladando el territorio de la realidad a un terreno abonado por la imaginación. De hecho el propio artista se confiesa cercano, aunque su cercanía es más poética que pictórica, a Chagall y al Miró anterior al surrealismo. Pero, en un salto atrás en el tiempo, su sensibilidad ante la pintura señala al gótico, la etapa en la que la perspéctica albertiana aún no había marcado la visión occidental de la pintura.
Entre estas afinidades electivas, y quizá influido por las conversaciones y la enseñanza de Felo Monzón, surge también la necesidad de una pauta para componer el cuadro. Y que mejor, en una enamorado de la época tardomedieval, que la escala Fibonacci, la medida secreta que a través del tiempo ha roto las distancias entre la arquitectura y la plástica.
En su proceso, Juan Betancor arranca del entorno lugares habitados, aunque apenas aparece el ser humano en sus pinturas. La casa roja sobre un cielo verde intensamente fauve, tras el que se reconoce el perfil de la ciudad, se transmuta en una obra en la que el color se hace protagonista. En otros cuadros, los limones de poderoso amarillo refrescan la mirada sobre el intenso y oscuro azul. Entre estos cuadros y los paisajes chagallianos hay un proceso que no existe para los primeros y que se hace evidente en los segundos: la pintura transmutada ya no desde lo más intimo de su color sino desde la forma. Sólo entonces se puede entender que ese campo arado con las casas distorsionadas bajo una intensa y clara luna es el reflejo de un proceso que arranca de apuntes del natural, de bocetos realistas, o de collage y de acuarelas, hasta materializarse en la pintura definitiva.
El propio cuadro le demanda su transformación, como los personajes de una novela demandan al escritor el desarrollo propio y diferenciado de su historia. En esa vivencia íntima y continua de la pintura, del proceso de elevación de la realidad a los paisajes de la mente, las palabras de Juan Ismael vienen a ser el colofón preciso para acercamos a este creador:
"Tiene Juan Betancor un positivo sentimiento de la armonía tonal. Logra muchas veces una "sorda luminosidad", francamente delicada y muy difícil de captar en ese punto justo donde, en momentos determinados, la luz que desprende el cuadro alcanza un clima como de hechizo ".
Angeles Alemán
La Atalaya, 2000

Texto del catálogo de la exposición de Juan Betancor en la Galería de Arte Magda Lázaro en Noviembre de 2000

sábado, diciembre 23, 2006

LA SÍNTESIS PICTÓRICA DE JUAN BETANCOR

Un nuevo y original valor plástico ha irrumpido en el panorama del arte canario con una poderosa fuerza expresiva: Juan Betancor, pintor de Las palmas cuya cautivante obra se cuelga hoy en las Paredes de este Círrculo de Bellas Artes.
Sobradamente conocido en el ámbito de la plástica moderna grancanaria sus muestras tienen un perfil especial. Son exhibiciones cargadas de rústicas sorpresas. Mensajes insólitos, pues sus pintaras poseen, ante todo, una rara y voluminosa definición diferencial dictada por la fuerza de su temperamento, siempre guiado por la reflexión frente al tema. Así nacen extrañas verslones de cumbres, cielos y tierras torturadas por un disciplinante deseo de síntesis y pureza emocional.
Pintor de lenguaje crudo, violento, sus lienzos son como sonoras clarinadas definidoras de un drama contenido. Aquel drama que frente a nuestro paisaje cumbrero definía Unamuno como "tempestad petrificada". El mismo que surge cuando consideramos el concepto de canariedad, que es en resumen, como si nos enfrentáramos con las raices de un plasticidad interna donde el color es sensación inquietante y la forma física un resumen hiriente de nuestra geometría insular cargada de sol, aislamiento y fuego geológico.
Pero la característica primordial de la pintura de Juan Betancor es su sentido de libertad. Sabia libertad al servicio de una personal interpretacion de nuestro paisaje. Formado en el seno de la Escuela Lujan Pérez -a la cual pertenece como valor de primer orden- sus cuadros responden a la bondad de un sisstema pedagógico ya tradicional en este centro artístico.
Betancor pinta y analiza. Se conduce por impulsos fuertemente controlados. Prueba elocuente, una vez más de que el quehacer plástico requiere que las virtudes del temperamento sean quiadas por un raciocinio donde la síntesis es lo fundamental.
FELO MONZÓN
Texto y fotos extraidas del catálogo de la exposición en el Círculo de Bellas Artes de Sta. Cruz de Tenerife entre los días 8 y 18 de enero de 1969