martes, diciembre 26, 2006

JUAN BETANCOR Y EL TERRITORIO ECUMÉNICO

Como otros alumnos de la histórica Escuela Lujan Pérez, Juan Betancor inició su relación estética con la realidad cercando objetosen bodegones posimpresionistas/ añadiendo al reducido bosque insular un vigor fauvista y realizando oblicuas representacionesde desnudos femeninos, tal como se observa en la fotografía de su exposición en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz deTenerife (1969). Después, antes de iniciar la deconstrucción abstracta de su orientación artística, Betancor dirigió la atención haciael paisaje, creando en aquel mismo año una visión superficialmente tradicional, que no obstante analizada nos revela el vacíoespacial del agro canario. El artista rechaza, como dice Juan Ismael en su breve aunque incisivo texto para el catálogo de la GaleríaWiot, el "apego al detalle", da una "visión genuina" de la tierra rural y mediante el color crea una "sorda luminisodad" que, enla sabia interpretación del surrealista, se opone a la fácil y tópica luminosidad de la pintura canaria idealista.

No está de más sugerir que Betencor, al igual que hicieron Pisarro y Sisley, estructura la visión de la realidad exterior, sus paisajes,en función de las vías o caminos deshabitados que la transitan, algo que ellos habían heredado a su vez del maestro Corot, y dela tradición analítica, inteligente del paisajismo menor del dieciocho.

Los serenos campos que representa se convierten en el territorio de un juego abstracto, donde más que casas, tapias y cobertizos,elementos propios del minifundismo insular, surgen bloques semi-abstractos de composición.

En los próximos años Betancor se adentra en una meditación abstracta, y explora con las herramientas del clima informalista quese prolongaba entonces en España, la textura y la línea, el corte en el empaste y las zonas puras del vacío, aunque su abstracciónpictórica arrastra la presencia de la figura. Así utiliza el collage en la obra de la Galería Yles donde expone en 1975, y la impresiónde formas para prefigurar las fachadas dinaminzadas de sus riscos en los 80 y los 90. La huellas que él crea actúan visualmentecomo claves topográficas, rutas y caminos que atraviesan territorios y colonizan el espacio abstracto que el pintor llega a teorizaren 1979.

Betancor nos muestra directamente el proceso de su transformación al describir como él busca "reavalorizar los coespacios" entreobjetos, y que tal estrategia descansa sobre el color y no en la geometrización y la impersonalidad del constructivismo. A sumanera, es cubizante y penetra en la composición-construcción. Nos advierte, asimismo, de algo fundamental en su composición,una anotación que habla de un humanismo, de un contrato social que es central a toda su concepción ética del arte: "la obre ofreceun centro hacia el cual se congrega su arquitectura y del que irradia".

Los "lazos rotos" con la realidad exterior que ha logrado el pintor le permitirá la definición autónoma del espacio que es la quetransmite actualmente su pintura. El color es a la vez dominante, funcionando semánticamente, y anecdótico, como es lapreferencia de cada cual por pintar su casa... Dos son los tonos que establecen al subordinación, el blanco y el ocre, la tonalidadde la geografía, que define la vegetación y delimita la conducta. La geometría no es la precisa traducción del volumen, sino unaespecie de vago patrón que sirve para determinar un alfabeto. El espacio, es el perímetro estático de un mapa urbano y un flujocircular que se manifiesta como percepción primitivista del cosmo. Todas estas ideas que describo son las orientaciones genéricasque ha conquistado Juan Betancor tras veinticinco años de exploración formal y esfuerzo intelectual.

La siversidad de su obra le conduce también a ejercer la sátira social, cuando pinta, a lo Daumier, a unas viudas chojuanescasapretujadas en un banco que observan de reojo sus posaderas desnudas, y enuncian el título del cuadro, ¿Qué miran?Sorprendentes son también sus bodegones semi-figurativos, lejos ya de los tonos sobrios que inicialmente caracterizaron su palé,fieles a la juxtaposición de planos espaciales, dotados de colores primarios, pigmentos azul cobalto y elementos de collagesuperpuestos. Bodegones que celebran el interior doméstico, que descongelan la frialdad metafísica de Morandi.

En esta, su más reciente exposición en el Club de Prensa Canario, podemos penetrar en las vistas aéreas que Betancor nos ofrece,visiones desde una gran altura que plasman un sentido íntimo del espacio social del hombre, ya que la distancia de la mirada noha excluido la percepción íntima de lo que define el barrio. Las casas signo del pintor proceden en un enjambre de jeroglíficos,organizadas como un calendario ancestral que retiene el calor del lugar habitado. Esta es una ordenación singular del territorio,reveladora de un caos que agrupa caprichosamente o disemina al azar. Núcleos urbanos o pueblos donde la naturaleza apareceen franjas o hileras, palmeras y campos sembrados, árboles secos, en precario equilibrio con una tierra básicamente árida. El colorexpresa la alegría y la humildad, y es abstracto como los árboles azules o los pinos rojos. Una dinámica de interrelación einterpretación personaliza la distancia de los mapas de Betancor, que se elevan frontales como un mural de la realidad exteriorencapsulada en la simbología de los contenidos.

Pinturas (1994-1996)
JONATHAN ALLEN, Club Prensa Canaria, Del 11 al 21 de Noviembre de 1996

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